Lo indica una investigación publicada en la revista Cáncer. La incidencia de la vitamina D en el cáncer de mama, tanto desde un aspecto preventivo como a nivel terapéutico, viene siendo analizada desde hace varios años.
Una reciente investigación publicada en la revista Cáncer sugiere que niveles suficientes de vitamina D podrían ayudar a proteger a las mujeres afroamericanas e hispanas de desarrollar cáncer de mama.
La incidencia de la vitamina D en el cáncer de mama viene siendo analizada desde hace varios años. Tanto desde un aspecto preventivo como a nivel terapéutico. Algunos estudios han tenido resultados alentadores mientras que otros han descartado su influencia positiva.
Para desarrollar la investigación se midieron los niveles de 25-hidroxivitamina D(25(OH)D) y 24,25-dihidroxivitamina D(24,25(OH)2D) en muestras de sangre de dos grupos de mujeres. Por un lado, 290 afroamericanas y 125 latinas no afroamericanas que desarrollaron cáncer de mama. Y, por otro, 1.084 afroamericanas y 461 latinas que no lo hicieron.
Durante un seguimiento promedio de 9,2 años, las mujeres con niveles circulantes de 25(OH)D por encima del punto de corte clínico para la deficiencia (20,0 ng/ml) tuvieron una tasa de cáncer de mama un 21% más baja que las mujeres con concentraciones por debajo de ese punto de corte.
Las asociaciones entre la 25(OH)D y el cáncer de mama no variaron según las características del tumor.
Las y los investigadores del estudio sostienen que los hallazgos se suman a la evidencia de que la vitamina D protege contra el cáncer de mama. Asimismo, resaltan la importancia de que las mujeres latinas y afroamericanas ingieran mayores cantidades de vitamina D, ya que son dos grupos étnicos con índices más bajos de esta vitamina, respecto de otros grupos sociales.
Sin embargo, afirman que aún existen dudas sobre si estas asociaciones son realmente causales y, de ser así, qué niveles de vitamina D son más beneficiosos para evitar el cáncer de mama.
Esta no es la primera vez que se habla sobre la capacidad de la vitamina D de proteger contra el cáncer. En el año 2016, un estudio publicado en JAMA Oncology expresaba que a mayor nivel de esta en sangre, mejor pronóstico en cáncer de mama, sobre todo en mujeres premenopáusicas.
El trabajo, que contó con 1.666 participantes, afirmaba que aquellos con altos niveles de 25-hidroxi vitamina D habían demostraron una mejor supervivencia total y libre de progresión, mientras que las menores concentraciones se encontraron en mujeres con tumores en estadios avanzados.
La asociación de la vitamina D con la progresión de la enfermedad era mayor en mujeres que todavía no habían pasado la menopausia.
Sin embargo, un estudio de 2019, llamado VITAL y publicado el 10 de noviembre en la New England Journal of Medicine (NEJM), sostuvo que la ingesta de vitamina D no mejoró el pronóstico de pacientes con cáncer.
Durante el estudio, participantes que tomaron vitamina D vieron sus concentraciones de vitamina elevarse un 40%. No obstante, a pesar de ese aumento, la incidencia del cáncer fue aproximadamente la misma entre los grupos: 793 participantes del grupo de vitamina D(6,1 %) recibieron un diagnóstico de cáncer durante el estudio, en comparación con 824 del grupo de placebo (6,3 %). La incidencia de sucesos cardiovasculares (como ataques al corazón) fue similar también entre los grupos de vitamina D y de placebo.
Durante el período de seguimiento, hubo 341 muertes por cáncer: 154 entre los participantes que tomaron vitamina D(1,1 %) y 187 entre quienes tomaron el placebo (1,4 %).
El uso de complementos de ácidos grasos de omega-3 tampoco redujo en forma significativa el riesgo de incidencia o de muerte por cáncer.
VITAL fue diseñado de tal manera que pudiera evaluar los efectos de complementos, tanto de vitamina D como de omega-3. El objetivo principal del estudio fue analizar el impacto de los complementos sobre el riesgo de padecer cáncer y enfermedades cardíacas. Mientras que el objetivo secundario fue indagar sobre el riesgo de morir por cáncer.
Casi 26.000 participantes sin antecedentes de cáncer invasor o de enfermedad cardiovascular se inscribieron en el estudio. Para hacerlo, los varones debían tener 50 años o más, y las mujeres a partir de 55 años. Cerca de la mitad de los participantes eran mujeres, y los participantes eran de diversas etnias.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a uno de los cuatro grupos: de vitamina D más un placebo, de complementos de omega-3 más un placebo, de complementos de vitamina D y de omega‑3, o de dos placebos. Los investigadores siguieron a los participantes por una mediana de 5,3 años.
Cerca de 17.000 participantes proveyeron muestras de sangre al principio del estudio, 1.600 proporcionaron una segunda muestra al cumplirse un año del estudio. En tanto, otros 5.000 proveyeron muestras en otros momentos del estudio. Los investigadores usaron estas muestras para medir las concentraciones de vitamina D y de omega-3 en la sangre en los diferentes grupos.
A pesar de estas conclusiones desalentadoras, los estudios sobre la vinculación entre vitamina D y cáncer continúan. Por ejemplo, se está analizando si algunos tipos de cáncer pueden ser más sensibles que otros a los efectos de los completos de vitamina D. También se está estudiando si la complementación con vitamina D, calcio o ambos puede prevenir la formación de nuevos adenomas colorrectales en personas a las que ya se han extirpado uno o más de dichos tumores precancerosos.
MedScape
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