Existen evidencias acerca de los beneficios que obtienen los profesionales de la salud, pacientes y familiares, con una comunicación efectiva. Aunque todavía se necesita una mayor injerencia de esta habilidad blanda en la práctica profesional.
La comunicación efectiva resulta vital para la práctica profesional de la salud en cualquiera de sus ámbitos. Varias investigaciones en las últimas décadas han vinculado a dicha habilidad blanda con un incremento en la satisfacción del paciente, una mayor adherencia al tratamiento, mejores resultados clínicos, e incluso un menor número de demandas por mala praxis. La aplicación de la comunicación efectiva es transversal a todas las profesiones y especialidades sanitarias. Pero existen áreas, como por ejemplo las unidades de cuidados intensivos (UCI), en donde resulta preponderante.
Allí los y las profesionales deben frecuentemente trabajar con pacientes en coma y familiares preocupados por la situación crítica. La relación con la familia del paciente incluye la comunicación de malas noticias, la toma de decisiones compartidas acerca de los cuidados y la evaluación de actitudes hacia el trasplante de órganos. La pandemia por COVID-19 ha dejado en evidencia lo importante que resulta saber comunicar en la UCI. Aunque todavía se echa de menos una mayor inserción de cursos y otras actividades que permitan aprender y mejorar este aspecto. Las evidencias ya indican que por medio de estrategias especialmente diseñadas, es posible adquirir un manejo competente de la comunicación efectiva. En la UCI, dichas iniciativas mejoran la transmisión de información, incrementan la empatía y facilitan el desarrollo de otras habilidades blandas.
Un artículo, publicado en la revista Annals of Transplantation, suma hallazgos en la formación profesional en medicina crítica. Lleva la firma en primer término de Giulia Lamiani, experta de la Universidad de Milán (Italia). La investigación, de tipo observacional, fue conducida durante el periodo 2017-2019. Involucró a 71 médicos residentes de cuarto año, quienes desempeñaban diariamente sus tareas en la UCI de un hospital dependiente de la universidad.
Todos participaron en un curso especialmente diseñado para mejorar las habilidades de comunicación. La iniciativa, motorizada por profesionales de la psicología, tuvo una duración total de 10 horas, repartidas en dos días. Incluyó lecturas, simulaciones con actores capacitados, el debriefing y hasta algunas sesiones de fotolenguaje y brainstorming. El impacto en las habilidades comunicacionales de los y las residentes fue medido gracias a escalas y cuestionarios disponibles en la práctica clínica.
Luego de finalizado el curso se observaron mejorías significativas en: empatía, preparación, habilidades comunicacionales, confianza, autorreflexión, conciencia emocional. Además, al ser interrogados, los participantes valoraron positivamente la acción propuesta. Coincidieron en describirlo como realista, útil y de calidad. Finalmente, todos recomendarían el curso a sus colegas.
Los resultados obtenidos en Italia están en sintonía con hallazgos previos. Es factible mejorar la comunicación efectiva y las habilidades relacionadas por medio de programas diseñados para tal fin. Aquí los beneficios resultan relevantes para profesionales en formación. Se estimula una actitud positiva y una mayor confianza a la hora de conversar temas difíciles con familiares.
Por ejemplo, la autorreflexión permite tener más en claro valores y emociones a la hora de tratar a un enfermo. El poder mejorar esa capacidad permite discernir cómo dichos factores influyen en la toma de decisiones clínicas. Con esa habilidad se genera más profesionalismo y mayores posibilidades de colocar al paciente en el centro de los cuidados. Por otro lado, una mejor autorreflexión también ha sido asociada con un menor síndrome de desgaste profesional en los trabajadores de la salud.
Otro tanto sucede con actitudes, como por ejemplo la empatía. Una comunicación empática de los médicos también se asocia con mejores resultados clínicos en los pacientes. Además, se vincula con una mayor satisfacción de la familia del enfermo y de los propios profesionales tratantes.
Giulia Lamiani espera que la iniciativa sea replicada en otros programas de residencias médicas. Considera que el formato empleado es flexible, tiene economía de recursos y permite ser adaptado a distintos contextos asistenciales. “La calidad de la comunicación entre el médico y la familia tiene un impacto directo en la satisfacción, la toma de decisiones y la salud mental”, recuerda en el artículo.
Medicina general
80 horasMedicina general
50 horasLamiani G, Mistraletti G, Moreschi C, Andrighi E, Vegni E. Cultivating Empathy and Soft Skills Among Intensive Care Residents: Effects of a Mandatory, Simulation-Based, Experiential Training. Ann Transplant. 2021 Aug 13;26:e931147. doi: 10.12659/AOT.931147. PMID: 34385409; PMCID: PMC8369950.
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