Fue en junio de 2017 que se publicaron las reformas legales que permitían, por vez primera el uso medicinal del cannabis en México.

Tres años después, en diciembre de 2020, la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas aceptó el cambio de clasificación de esta planta y reconoció sus usos medicinales, por recomendación de la Organización Mundial de la Salud. De hecho, la ONU ubicaba el cannabis y su resina (hachís) dentro de las listas más restrictivas de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961.

En enero de 2021, el poder ejecutivo mexicano emitió el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Control Sanitario para la Producción, Investigación y Uso Medicinal de la Cannabis y sus derivados Farmacológicos.

Un lustro sin avance

Durante estos cinco años se han dado pasos adelante, pero también se ha retrocedido por falta de voluntad política, afirman los expertos. Tal y como están ahora las condiciones legales y materiales, los médicos no pueden prescribir los fármacos derivados de la marihuana, porque no tienen el recetario indicado. Además, los permisos de importaciones de este tipo de medicamentos son casi inexistentes, tampoco existen farmacias autorizadas para venderlos y no se han otorgado permisos de importación de semillas para el cultivo con fines terapéuticos, entre otras deficiencias.

Para que un profesional de la medicina pueda medicar estos fármacos, en primer lugar, requiere un permiso de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), sin embargo la reglamentación resulta opaca al respecto.

A pesar de la ley

Así lo explica Itzel Ramírez en el portal Yotambién.mx, discapacidad en todas sus letras: “Aunque el artículo 27 del reglamento indica los requisitos para que Cofepris otorgue estos recetarios, la agencia dijo en abril de este año que dentro de sus registros ‘no existe el trámite para la obtención de recetarios de códigos de barras con fundamento en el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Control Sanitario para la Producción, Investigación y Uso Medicinal de la Cannabis y sus Derivados Farmacológicos, por lo cual no existe marco normativo para la emisión de este tipo de autorizaciones’. Esto puede leerse en el oficio No. S00-UT-7931-2022 entregado como respuesta a la solicitud de información 330007922005460, disponible para su consulta en la Plataforma Nacional de Transparencia”.

Una visión especializada

En febrero pasado, la Cámara de Diputados en México realizó el foro “Uso medicinal del Cannabis: avances y retos en la legislación y política pública en México”, donde un grupo de especialistas revisaron la situación actual del tema.

En ese foro, la especialista en medicina del dolor y cuidados paliativos, María Fernanda Arboleda, explicó que si bien el cannabis es una herramienta que puede ser muy útil para el control de síntomas, no cura enfermedades, aunque es un coadyuvante a las terapias tradicionales destinadas a controlar los síntomas de enfermedades como cáncer, epilepsias refractarias, esclerosis múltiple, estrés postraumático, trastornos del sueño y Parkinson, en síntomas no motores.

Resaltó que, en México, para que un especialista de la salud pueda prescribir un medicamento derivado de cannabis es necesario cumplir con requisitos muy puntuales. El primero de ellos, tener un recetario con código QR para medicamentos controlados. “Soy médica, tengo el recetario, sí, pero qué diablos voy a prescribir si no tenemos un producto que cumpla con un respaldo sanitario”, cuestionó.

Además, aclaró que para hablar de una prescripción segura de cannabinoides se requiere un paciente que de verdad lo requiera, con una historia clínica completa. Asimismo, dijo, “el especialista que receta el medicamento debe ser un profesional de salud que esté debidamente entrenado y que no tenga ataduras comerciales que le comprometan con alguna farmacéutica”.

La especialista alertó sobre la necesidad de que productos cumplan con los estándares sanitarios de los tratamientos médicos. “Es ahí en donde estamos estancados, en México, cinco años después de que se haya regulado en la ley. El reglamento está en el papel pero no se ha pasado a la práctica”, concluyó.